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22 Corre la noticia: “Ahí llega
un estruendo imponente desde el norte,
que convertirá a las ciudades de Judá
en desolación, en cueva de chacales”.
23 Ya sé, Señor, que la persona
no es dueña de su conducta;
que no es dueño el caminante
de ir regulando sus pasos.
24 Corrígeme, Señor, pero hazlo con medida,
si no tu cólera acabaría conmigo.

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